Sobre tres arcos rebajados de medio punto, apoyados sobre gruesos pilares, se eleva el puente Vecchio cruzando el río Arno en la capital de la región Toscana. A lo largo de sus 63 metros de longitud se encuentran numerosas tiendas desde la Edad Media, cuando se destinó en ese lugar a los carniceros de la ciudad para evitar malos olores, hasta que, por el mismo motivo, al construir el corredor que comunicará los dos palacios más importantes de la ciudad, pertenecientes a la familia Médici, se traslada a los carniceros, recibiendo en su lugar a los orfebres y joyeros.
El puente original fue erigido en madera, en el siglo II a. C durante el Imperio Romano. Debido a las fuertes crecidas del río y a la inestabilidad del puente, en el año 1335 se construye uno nuevo en piedra, atribuido, según Vasari, al arquitecto Taddeo Gaddi, aprendiz de Guiotto, siendo el que ha llegado a nuestros días con algunas variaciones.
Lo componen tres grandes arcos rebajados, el central más amplio, sobre el que se elevan dos pisos, el primero será destinado a alojar los distintos locales comerciales y, sobre este, se construye la galería que une el palacio de la Signoria con el palacio Pitti, construida en 1565 por orden de Cosimo I y encargada a Giorgio Vasari, en la que se abrieron ventanas para que el duque pudiera asomarse al río.
Durante la época medieval el puente estaba fortificado y poseía cuatro torres. Vasari tuvo que demolerlas para la construcción del corredor. En la actualidad, tan solo podemos ver una de ellas, denominada torre Mannelli, en cuya planta baja se encuentra una heladería.
El corredor vasariano, de un kilómetro de longitud, fue construido en tan solo cinco meses y encargado por del Gran Duque para poder moverse con total seguridad entre los palacios, atravesando mansiones y pudiéndose asomar, incluso, a la iglesia de santa Felicita a través de una de las ventanas. Actualmente, el recorrido alberga autorretratos de grandes artistas y más de mil pinturas del siglo XVII y XVIII.
Comentarios
Publicar un comentario